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miércoles, 23 de agosto de 2017
¿Por qué mi gato se ha vuelto agresivo?
¿Cuándo se puede decir que un gato es agresivo?
Hablamos de agresividad cuando un gato que, usualmente tiene un comportamiento tranquilo, adopta actitudes amenazantes, pudiendo atacar a las personas, a otros gatos u otras mascotas. La agresividad puede tratarse de solo algunos signos de advertencia para evitar que alguien o algo se acerque al felino, o peligrosas mordidas y arañazos por parte de este.
La agresividad del gato viene acompañada de ciertos signos previos al posible ataque, que son fáciles de identificar para quien lo conoce. En este sentido, se dice que el gato adopta una postura defensiva cuando:
Encoje su cuerpoFija la vistaSus pupilas se dilatanLa cola se enroscaLas orejas se aplastanEl pelaje se erizaDa golpes con las patas delanterasGruñe
Por el contrario, la actitud ofensiva se manifiesta en:
Cuerpo y cola alzadosPostura dominanteOrejas estiradasPelaje erizadoPupilas contraídasMirada fijaGruñidos y aullidos penetrantes
Ante estos signos el gato pretende que aquello que lo amenaza se repliegue. De lo contrario, no se detendrá cuando sea el momento indicado para atacar. Para saber cómo solucionar este problema y evitar que pase a mayores, con algún herido de por medio, es necesario saber qué ocasiona la agresividad, por lo que a continuación te detallamos los motivos más comunes por los cuales un gato se vuelve agresivo.
El gato se ha vuelto agresivo por dolor o enfermedad
La principal razón por la que un gato se vuelve agresivo es porque experimenta dolor. Por lo general, los gatos no son muy expresivos cuando algo les duele, así que quizá solo te des cuenta de que algo ocurre cuando toques por accidente la zona donde se encuentra la razón de su dolor. En este sentido, algunas enfermedades son muy dolorosas, como la artritis, la otitis, la peritonitis, los problemas dentales, así como también las heridas producto de una pelea con otra mascota o un accidente durante un juego o una cacería, y los abscesos, que además producen una severa inflamación.
Enfermedades como el hipotiroidismo, cuyos síntomas no suelen ser tan evidentes, también generan problemas de agresividad en algunos felinos, por lo que serán necesarios exhaustivos exámenes de la tiroides. De igual forma, algunos padecimientos no provocan dolor, como los problemas neurológicos, la leucemia felina, la rabia, entre otras, pero el gato se tornará violento como parte del efecto que estas le producen, o como una manera de evitar que se acerquen a él cuando se siente más vulnerable.
Siente miedo
El miedo en el gato es provocado por situaciones que le hacen sentirse amenazado, ante lo cual puede esconderse o ponerse violento. En general, un gato bien socializado no debe sentir miedo ante estímulos normales en su entorno, como el sonido de una bocina o la llegada de una visita al hogar. Sin embargo, sonidos y olores nuevos, así como también mascotas desconocidas, pueden desatar una actitud de recelo, sobre todo si relaciona esos estímulos desconocidos con experiencias negativas (una mascota con la que se ha peleado, por ejemplo). Asimismo, acercarse a ellos de espaldas, los sonidos imprevistos y movimientos bruscos pueden asustarlo y hacer que ataque, pero como un acto reflejo.
Agresividad por mala socialización
La socialización es muy importante para los gatos, pues les permite obtener información sobre cómo deben comportarse ante ciertas situaciones. Los gatitos reciben las primeras lecciones sobre socialización de su madre y los hermanos de la camada, con quienes aprenden cómo cazar, cómo jugar y cómo reaccionar ante los diferentes estímulos que se presentan. Es por esto que los gatos asilvestrados son tan desconfiados con los seres humanos: el hombre no se encuentra entre los estímulos a los que se expuso de pequeño, o cuando lo hizo siempre fue en situaciones que le produjeron miedo o le causaron daño. En general, esta causa se da cuando el gato se ha vuelto agresivo con personas desconocidas u otros animales, y no tanto con los miembros habituales del hogar.
Si rescatas a un gatito muy pequeño, lo mejor es que desde el principio le permitas conocer a otras personas y animales, además de tranquilizarlo cuando se asuste con sonidos que son habituales en la zona donde vives, para que pueda conservar la calma en todo momento. Para más información, consulta nuestro artículo sobre "Cómo socializar a un gato cachorro".
Protección de la camada
Las gatas son muy celosas con los cachorros de su camada, sobre todo las primeras semanas, por lo que no les gustará que intentes tocar o cargar a los mínimos, así que tratar de hacerlo puede provocar que saque las garras contra ti, pues hará todo lo posible para proteger a sus pequeños de cualquier amenaza.
No te preocupes, cuando este es el motivo de la agresividad, la gata se tranquiliza con el paso de los días, de manera que lo mejor que puedes hacer es vigilar que a la familia felina no le falte nada ni se encuentre en peligro, y acercarte a ellos discretamente para que estén en calma.
No quiere que lo abracen
Abrazar, cargar y acariciar a un gato es una tentación para muchos, ¿cómo no hacerlo, al verlo tan tierno y peludo? Sin embargo, para los felinos es muy importante tener su propio espacio, y no sentirse agobiados ni dominados. Por eso es tan común que, cuando ha decidido acurrucarse a tu lado o sobre tus rodillas, de repente te lance un mordisco si pasas demasiado tiempo acariciándolo. Así pues, en este caso no es que el gato se haya vuelto agresivo de repente, sino que, simplemente, necesita que respetes su tranquilidad.
Lo más importante es saber darte cuenta de cuándo tu gato ha comenzado a fastidiarse o incomodarse con tus caricias, ya que te lanzará varias advertencias antes de decidirse a morderte o arañarte. Si lo notas excesivamente despierto, en lugar de relajado, con las orejas aplastadas y con la cola yendo de arriba hacia abajo de forma un tanto irritada, lo mejor es que detengas tu sesión de caricias si no quieres llevarte un arañazo. No te pierdas nuestro artículo sobre el lenguaje corporal de los gatos y descubre más acerca del significado de sus movimientos.
¿El gato se ha vuelto agresivo o está jugando?
Sobre todo en gatos que no tienen otros compañeros felinos en casa, jugar puede convertirse en el único modo que tiene el gato para drenar toda su energía y poner en práctica su instinto cazador.
Cuando se encuentran con su madre, los gatitos aprenden a cazar con ella mediante el juego, pero en aquellos felinos que han quedado huérfanos esta posibilidad no existe, por lo que es más difícil para ellos saber en qué momento deben limitar el uso de los dientes y las garras cuando están divirtiéndose. Además, mientras el gato es un cachorro, muchas veces nos parecen divertidos los intentos que hace de mordernos y arañarnos, pero al crecer este comportamiento se vuelve molesto, pues las garras y los dientes son los de un adulto, capaces de hacer daño. Así mismo, en muchas ocasiones somos nosotros mismos quienes propiciamos este comportamiento, jugando con él a morder nuestras manos. Como decíamos, durante la etapa de cachorros no sentimos ningún dolor, sin embargo, con ese tipo de juegos interpreta que tiene total libertad para "cazar" nuestras manos y morderlas cuando quiera jugar, dañándonos de adultos y haciéndonos creer que se ha vuelto agresivo.
Quiere proteger su territorio
El carácter de los gatos es tan variado como las combinaciones que adornan su pelaje. Algunos son más tranquilos, otros más hiperactivos, otros más intolerantes. Un gato dulce con los seres humanos puede ser, a su vez, muy territorial en lo que se refiere a permitir que otras mascotas se acerquen a lo que considera “su territorio”, lo cual trae actitudes bastante violentas.
Cuando el gato quiere defender su territorio, adopta una postura de defensa, chillando y maullando de forma amenazadora, pues con estos sonidos pretende intimidar a los posibles intrusos. Entre los machos, suele ser común durante las etapas de celo, pues no solo se quiere resguardar el propio territorio sino también asegurar el apareamiento.
El animal agredido decide retirarse o no, pero esto se convierte en un duro problema de convivencia cuando la víctima es otra de las mascotas del hogar. Aunque por lo general esta agresividad va dirigida a otros felinos, y puede desembocar en una pelea, también es posible que se presente contra perros e inclusive contra ciertas personas.
El gato se ha vuelto agresivo por tus actos
En ocasiones, tú mismo eres el culpable de que el gato haya adoptado comportamientos agresivos, sin que sepas que has contribuido a ello. Si alguna vez, ante una actitud violenta, has intentado calmarlo con comida, cariños o incluso dejándolo tranquilo, es posible que le enseñes que, cuando repita la agresividad, volverá a recibir alguna de estas cosas que son beneficiosas para él.
Asimismo, cuando lo regañas o lo agredes (cosa que NUNCA debes hacer) la violencia del felino aumenta, predisponiéndolo contra ti y contra la acción que haya desatado su violencia (un baño, por ejemplo).
Agresividad sin causa conocida o redirigida
Algunas veces es posible que el gato no pueda liberar su agresividad hacia el objeto que se la produce, por lo que arremete contra lo primero que se encuentra en su camino. Suele ocurrir cuando el gato ve o huele algo o alguien que le molesta (otro gato que se encuentra fuera de su casa, por ejemplo) y no puede atacarlo porque no tiene cómo salir, así que cuando te acercas a él se lanza sobre ti, o sobre algún objeto que esté cerca. La acción es detonada por un reflejo, producto de la ira acumulada.
Cuando la agresividad no se debe a ninguna de las razones mencionadas anteriormente, y no se logra definir por qué el gato se ha vuelto agresivo, se dice que el origen es desconocido. Es la más difícil de combatir, pues no se puede estar seguro de en qué momento se desatará, ni qué estímulos deben ser evitados para prevenir este comportamiento.
¿Qué hacer cuando un gato es agresivo?
Ante un arranque de agresividad, adopta las siguientes medidas:
No trates de tocar al gato ni de cargarlo.
No lo regañes, golpees ni le grites.
Toma una toalla y ponla sobre el felino, cárgalo de esta forma y colócalo dentro de un kennel o transportador para animales hasta que se calme. Desde este refugio podrás observarlo con más tranquilidad y detectar alguna herida superficial. También funciona alejarse de él hasta que se tranquilice.
Ante gatos agresivos por hormonas, considera la esterilización o castración.
Para habituarlo a un nuevo miembro de la familia, prueba con terapias de sensibilización, que consisten en acercar a ambos animales paulatinamente, siempre bajo supervisión, para que se acostumbren el uno al olor del otro y en territorio neutral.
En gatos jóvenes, inicia la socialización a partir de las 3 semanas de vida.
Dale a tu gato juguetes, rascadores y actividades interesantes con las que pueda ejercitarse. También necesitará un espacio donde pueda estar solo, ya sea una cama o una simple caja de cartón.
En hogares con muchas mascotas, aumenta el número de lechos sanitarios, camas y comederos, así evitarás rivalidades.
Vacuna al felino contra la rabia y otras enfermedades.
Premia el comportamiento positivo.
Intenta detectar el motivo de la agresividad. Acude a tu veterinario para mejor asesoramiento.
Y si ninguno de estos consejos funciona y, por tanto, tu gato sigue mostrándose agresivo, no dudes en acudir a un etólogo felino para que lo examine y trate como es debido.
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